Friday, August 05, 2005

Teoría del a subjetividad y juegos de rol.

Una ideología convincente y políticamente correcta es una cosa te ner un impacto inmediato en la vida de las personas con problemas es algo más. Durante años, los terapeutas se han dedicado a filosofar sobre temas como «la epistemología» y «la construcción social de la realiclad» con muy poco impacto en la práctica cotidiana. Pero la terapia narrativa se ha convertido en el método más visible de la tercera olea da a causa de su capacidad para transformar la ideología en accíón, de hacer que ocurra algo distinto en la identidad de las personas. Los métodos narrativos parecen ayudar a las personas a no enzarzarse en luchas improductivas y le permiten evitar uno de los mayores riesgos de estos tiempos: dejarse atrapar por la desesperación del cliente.
Las explicaciones biológicas de la naturaleza y de la conducta humana se centran en la noción de organismo; la explicación sociológica, en la de persona. Con respecto al organismo, hemos tratado el condicionamiento y el instinto como mecanismos explicativos; al definir y elaborar la noción de persona hemos considerado los roles e instituciones. Ahora bien, tanto el organismo como la persona —o cualquier otro término que exprese los mismos puntos de vista— deben comprenderse y usarse en cualquier concepción adecuada del individuo humano. Pero cada uno de ellos debe ser agotado y vinculado con otros términos y se debe relacionarlos entre sí con más precisión.
Si no los elaboramos y depuramos, encontraremos que nuestro vocabulario es demasiado grosero para la clase de trabajo que debemos emprender.

Desarrollaremos en un sentido muy general otras características del carácter y de la organización social, que nos permitirán completar nuestra primera apreciación de estas concepciones.

1. Componentes de la organización de la experiencia subjetiva

Tratar de comprender a un individuo sólo como organismo y como persona es desestimar un área de experiencia y observación que es una parte importante de cualquier descripción adecuada: el mundo directo de la emoción, la voluntad y la percepción, de la ira, la determinación y la angustia, de la vista, el sonido y la furia.
Los fisiólogos estudian, por supuesto, estos fenómenos, pero los profesionales de la salud mental están mucho más directamente vinculados con el hombre como criatura emocional y volitiva, es decir, como una “organización de la experiencia subjetiva”
Usaremos la expresión organización de la experiencia subjetiva para referirnos al hombre concebido como una integración de percepción, emoción, impulso, cogniciones, pensamientos, memoria e imaginación. Para nuestros fines, “organización de la experiencia subjetiva” se referirá a cuándo, cómo y por qué el hombre siente, percibe y desea.

Si el organismo humano no tuviese un ojo cromático, no podría distinguir los colores; si no estuviese equipado con cierto aparato glandular y nervioso, probablemente no experimentaría rabia y odio; sin impulsos indefinidos, no se podría dar la experiencia del propósito y la voluntad. Es claro que a sensación, el impulso y el sentimiento están, de algún modo, arraigados en el organismo animal , en sus órganos especializados; puede no ser tan evidente que están también ligados al hombre como persona, donde se nos aparecen corno percepción, finalidad y emoción.
1. En cuanto a los sentimientos interiores que se convierten en emociones, éstos deben vincularse con gestos sre identificables y la persona debe llegar a percatarse (10 ellos como nrulados consigo misma. El mismo medio físico y la misma íkioiogía. por lo que sabemos, pueden estar presentes, pero en un caso estas condiciones pueden conducir al miedo y a la fuga, y en otros a la ira y al ataque. La diferencia entre las dos experiencias y conductas no puede explicarse adecuadamente física u or gánicamente. La definición social de la situacwn. el significado que ésta llega a tener para ciertos tipos (le personas, da la clave de qué emoción ‘ qué conducta aparecerán.
JI. Para que la sensación (el hecho físico Y orgánico, por ejemplo. de ondas luminosas que chocan de cierto modo sobre deterniinado tipo de ojo) se convierta en percepción (la vision del objeto corno una luz roja’) deben agre ciertos significadoc. La sensar ión puede llegar a “estar en lugar de” o representar algo frenar una secuencia unís bien compleja de conducta casi automática que la persona, en tanto conductor, debe aprender como un aspecto d su roi social. Las sensaciones se organizan en percepciones, y esta organización guarda estrecha unidad con la or ganización social de la per como actor de roles.
II Para que el impnl (incitación indefinida y generalizada a mo- verse) se convierta en finalidad (tendencia más o menos controlada hacia un objeto específico) deben aprenderse los objetos así especificados y definidos. Los impulsos se especifican y dirigen con relación a las expec tativas de otros; están definidos socialmente. ligados a fines obtenibles socialmente, y así, sustentan a la persona en c desempeáo de sus roles, y a su vez a las instituciones de las cuales estos roles son parte activa.
El modo en que cada uno d€ estos tres elementos de la organización n está unido a los otros, en algún tipo de unidad; el modo en que rada uno está ligado a la actividad y ci modo en que cada elemento, y, por
tanto, la organización de la experiencia subjetiva como un todo, está socializado en el como ator social. Todos estos vínculos deben ser examinados

CARÁCTER Y ORGANIZACIÓN SOCIAL
si queremos comprender la integración de la organización de la experiencia subjetiva basada orgánicamente con la persona y sus experiencias sociales.
Con la adquisición del lenguaje aprendemos a experimentar nuestra conducta y a nosotros mismos con relación a las expectativas de otros. Aprendemos a distinguimos de los objetos y de las otras personas refiriéndonos a nosotros mismos con el pronombre personal “yo”. Con estas distinciones adquirimos una autoconciencia que de ahí en adelante acompaña a muchos de nuestros actos psíquicos; en realidad, si nuestras percepciones e impulsos son experimentados como ajenos, automáticos o compulsivos —como si no surgieran de nosotros mismos— hablamos del fenómeno patológico de la “despersonalización”. El simple hecho de percatarse de sí mismo se caracteriza por el sentido de nuestra propia unidad, de nuestra identidad en el tiempo y de nuestro contraste con el mundo exterior. La persona, por lo tanto, debe entenderse como incluyendo dos aspectos: hacia el mundo exterior y en relación a los otros, desempeñamos roles que, en virtud de nuestros propios sentimientos y de nuestra conciencia, nos adscribimos a nosotros mismos. Al mismo tiempo, nos “enriquecemos” aceptando las exigencias de las tareas externas y haciéndonos cargo de las expectativas de los otros.
En nuestro intento de comprender al individuo humano, encontraremos cuatro concepciones claves útiles. Cada una de estas concepciones e refiere a un aspecto del hombre; ninguna de ellas agota nuestro interés; juntas pueden servir para formar modelos inteligibles. Al discutir los modos como deben ser integradas, también evaluaremos con más precisión los pesos relativos de los elementos biológicos y sociológicos que componen los diferentes tipos de seres humanos. Los cuatro términos clave son:
organismo, organización de la experiencia subjetiva, persona y, finalmente, organización de carácter en sí misma.
1. El organásmo humano se refiere al hombre como ente biológico. El término subraya los mecanismos organizaciónles y los impulsos indefinidos.
II. La organización de la experiencia subjetiva se refiere a la integración de pensamiento, sentimiento, sensación e impulso. Estos elementos están anclados en el organismo, pero sus integraciones específicas en emociones, percepciones y finalidades deben entenderse con referencia al hombre como persona.
III. La persona se refiere al hombre como actor de roles. En tanto persona, vemos al hombre como actor social y tratamos de aprehender los resultados que esta experiencia y acción social tienen sobre él. Por su experiencia al desempeñar varios roles, la persona incorpora ciertos objetivos y valores que guían y dirigen su conducta, así como los elementos de su organización de la experiencia subjetiva. Al considerar al hombre como persona, tratamos de comprender su conducta en términos de motivaciones, antes que de explicar su comportamiento en términos de estímulos y respuestas, o como expresión de constantes fisiológicas en el organismo.
IV. La organización del carácter, en nuestro vocabulario, es el término más inclusivo para el individuo como ente total. Se refiere a la integración relativamente estabilizada de la organización de la experiencia subjetiva del organismo ligada con los roles sociales de la persona. Por una parte, una organización de carácter está anclada en el organismo y sus órganos especializados a través de su organización de la experiencia subjetiva; por otra, está formada por la combinación particular de roles sociales que la persona ha incorporado de los roles que están disponibles para ella en su sociedad. La singularidad de un individuo o de un tipo de individuo sólo puede ser aprehendida prestando atención a la organización de estos elementos componentes de la organización de carácter.
Cada uno de estos cuatro términos representa una dimensión abstraída del hombre. Una manera de considerarlo, una indicación de lo que buscamos. Las diferencias que encontramos entre los hombres pueden ser atribuidas a la constitución de sus organismos, a las configuraciones de rol específicas incorporadas a sus personas, o a la integración peculiar de sus percepciones, sentimientos y voliciones en una organización de la experiencia subjetiva. Una descripción adecuada dirigirá nuestra atención a las tres, en el sentido de que están unidas para formar una organización de carácter dentro de los límites de un organismo dado y en los confines institucionales de una organización social específica.
2. Coin ponentes de la organización social
El concepto de rol, término clave de nuestra definición de persona, es también el término clave de nuestra definición de institución. Por lo tanto, en nuestro modelo de definiciones, es el vínculo principal entre carácter y organización social. Ya hemos examinado los componentes for males de la organización de carácter; ahora debemos elaborar y clasificar la organización de roles en instituciones.
Decimos que los roles están organizad o instituidos cuando están garantizados por un liderazgo 2 Así, el conjunto de roles desempeííados por los miembros de una familia está garantizado por la “liderazgo paterna”. El “jefe” de la familia puede aplicar sanciones contra las infrac ciones de la paula de rol. De esta forma, los empleados están sujetos al control de patrones y directores; los soldados, a un liderazgo del coman dante; los feligreses están bajo la jurisdicción de un liderazgo eclesiás tica. Cualesquiera sean los fines perseguidos por los miembros organiza dos e interactuantes, y cualesquiera sean los medios que empleen, la “au toridad” existe; y donde sea que una configuración de rol está así garan tizada o estabilizada por un “jefe” que ejerce liderazgo sobre los “miem bros” que desempeulan roles, la configuración puede ser llamada institución.
El jefe de la institución, el rey de un orden político, o el padre de un sistema familiar patriarcal, es el ‘ más significativo de l per sonas que siguen las pautas institucionales. El tipo do sanción externa que este jefe puede aplicar contra quienes no cumplen sus roles esperados en la forma indicada, puede ir desde la desaprobación hasta la expulsión
2 El concepto de liderazgo será explicado más extensamente en el Capítulo VII:
Instituciones y personas; será elaborado en los Capítulos VIII y IX.

CARÁCTER Y ORGANIZACIÓN SOCIAL 43
Las personas consideran las expectativas del “jefe” como más importantes, cuando están incluidas realmente en la institución como empresa dinámica. En este sentido, entonces, así como en otros que trataremos a su debido tiempo, las instituciones son profundamente significativas para nuestra comprensión de la persona y a su vez de toda la organización de carácter.
Así como el rol es la unidad con la que construimos nuestra concepeción de instituciones, la institución es la unidad con la que construimos la concepción de organización social. Una organización social es másque las interrelaciones de sus instituciones, pero estas instituciones, desde nuestro punto de vista, constituyen su armazón. Nuestro propósito inmediato, pues, será clasificar las instituciones en forma que nos permitan construir tipos de organización social. Hay muchas clasificaciones posibles de las instituciones. En realidad, el cometido principal de los sociólogos a menudo ha parecido ser la elaboración de tales clasificaciones. Muchas de ellas son útiles descriptivamente. Nos ayuda a clasificar muchas unidades de conducta y experiencia social y, por lo tanto, a manejarlas más claramente. Pero necesitamos másque eso; necesitamos una clasificación que sea significativa, y, es de esperar, que sea fundamental para nuestro interés general por comprender la organización de carácter, por una parte, y la organización social, por la otra.
En primer lugar, examinaremos dos clasificaciones muy sencillas de
las instituciones: una por el tamaño y la otra por el reclutamiento de
miembros.
1. Si clasificamos las instituciones de acuerdo con el tamaño, tendremos, por ejemplo, familias grandes (hogares que comprenden tres generaciones bajo un techo, como entre los chinos), familias pequeñas (que comprenden dos generaciones, padres e hijos) y familias incompletas (de una sola generación, matrimonios sin hijos). Aun una clasificación tan simple como ésta puede ser significativa para los tipos de organización social como un todo, así como para el medio en el que las personas viven y
crecen. Las clasificaciones de instituciones por el tamaño, se usan a veces, en realidad, como punto de partida para descripciones más amplias; por ejemplo, el cambio de las instituciones económicas de tamaño muy pequeño a las de grandes proporciones.

La diferencia entre el liberalismo capita. lista clásico y la era de monopolio capitalista se apoya en este simple hecho numérico. Es también claro que las clases de roles empresarios típicos de las instituciones económicas pequeñas difieren de las de las firmas gigantes y, por lo tanto, varían las personalidades de los hombres seleccionados y adiestrados para sus roles.
En consecuencia, las clasificaciones por tamaño pueden ser muy
importantes; es siempre indispensable un sentido de la proporción numé rica para comprender la organización social y el carácter. Pero el tamaño en
si mismo no nos parece bastante útil corno medio de clasificación fundamental. El tamaño de las instituciones a menudo es más una distinción subsidiaria que fundamental.

II. Las instituciones pueden clasificarse según la manera como se reclutan sus miembros. Las instituciones compulsivas —que reclutan miembros sin aprobación de los mismos—comprenden las iglesias, que reclutan sus miembros esencialmente a través del bautismo de los niños, y los Estados modernos, en cuyo territorio “nacemos” como ciudadanos sujetos a un liderazgo del Estado. Donde existe “educación obligatoria” llegamos a ser miembros de una “escuela pública” que podemos dirigir sólo bajo regulaciones especiales.
Las instituciones voluntarias —a las que podemos incorporarnos o no, de acuerdo con nuestra voluntad— incluyen la moderna familia americana sin hijos, así como muchas asociaciones cívicas y clubes norteamericanos. En realidad, la tendencia institucional principal de la sociedad post medieval ha ido en dirección de la ampliación de las asociaciones voluntarias en la vida social corno un todo. Los Estados Unidos se distinguen por la gama y el número de esas instituciones voluntarias; respecto de ellas los norteamericanos se conocen como asociacionistas.
Es evideilte que el desarrollo de la personalidad en una sociedad ba sada principalmente en asociaciones voluntarias difiere del que ocurre en una sociedad basada principalmenre en instituciones compulsivas. En la primera, uno debe tomar muchas decisiones por sí mismo, para bien o para mal; en la otra, uno no tiene oportunidad de tomarlas y, por lo tanto, no está abrumado por las responsabilidades personales que ellas imponen.
Hay otros modos de clasificar instituciones, que son descriptivamente útiles. Por ejemplo, los roles que componen las instituciones pueden ser desempeñados permanentemente o temporarianiente por individuos dados; pueden ser provisionales o completamente definitivos. Pero no hay nece sidad de presentar aquí clasificaciones adicionales. Aunque las introduciremos y usaremos con diversos fines, a medida que las necesitemos, no creemos que sean necesarias para nuestro propósito general.

III. La clasificación de instituciones que tomaremos como funda mental para nuestro modelo de organización social, es una clasificación simple de acuerdo con su función objetiva, es decir, los fines a los que las instituciones sirven.
Un orden institucional, como diremos en adelante, se compone de todas las instituciones que dentro de una organización social, tienen consecuencias y fines similares o sirven a funciones objetivas similares. Aunque las ins tituciones pueden variar en el tamaño, el reclutamiento y la composición de sus miembros, en las formas de control o proporciones de roles permanentes y transitorios, a medida que examinamos las sociedades avanzadas del mundo occidental moderno podemos distinguir cinco órdenes institucionales principales.
Al menos a primera vista, podemos clasificar la mayoría de las instituciones de acuerdo con estos fines: poder, bienes y servicios, violencia, religión y procreación. Todas las instituciones que tratan con el culto recurrente y colectivo de Dios o de deidades, por ejemplo, podemos llamarlas instituciones religiosas; en conjunto, constituyen el orden religioso. Del mismo modo, podemos llamar instituciones políticas a las que tienen que ver con el poder; militares, con la violencia; familiares, con la pro. creación; y de orden económico a las que se refieren a bienes y servicios. Al delinear estos órdenes institucionales, que constituyen el esqueleto organizaciónl de toda la sociedad, podemos analizar y comparar conveniente mente diferentes organizacións sociales. Cualquier organización social, de acuerdo con nuestra concepción, está compuesta por cierta combinación o pauta de estos órdenes institucionales.
En el transcurso de la tercera parte de este libro nos referiremos a la psicología social de cada uno de estos órdenes en particular. En esta introducción presentaremos sólo algunos de los mecanismos que general. mente tienen que ver con la conducta institucional, y algunos de los víncu los de las instituciones con la organización de carácter.
1) El orden político se compone de las instituciones en las cuales los hombres adquieren, ejercen o influyen en la distribución del poder y liderazgo dentro de las organizacións sociales .
2) El orden económko se compone de los establecimientos mediante cuales los hombres organizan el trabajo, los recursos y los instrumen técnicos, con el objeto de producir y distribuir bienes y servicios .
3) El orden militar se compone de las instituciones en las cuales los hombres organizan la violencia legítima y supervisan su aplicació .
4) El orden familiar se compone de las instituciones que regulan y facilitan el comercio sexual legítimo, la procreación y la primera educa ción de los hijos
5) El orden religioso se compone de las instituciones en las cuales los hombres organizan y supervisan el culto colectivo de Dios o deidades,
por io general en ocasiones regulares y lugares fijos
Deben tenerse presente siempre cuatro advertencias sobre esta forma
de clasificar las instituciones, y aunque se harán más claras a medida
que avancemos en nuestro trabajo, debernos establecerlas desde ahora:
Órdenes institucionales y controles sociales
El orden político; Sección 2: La nación y el Estado; y Sección 3: Democracias y
dictaduras.
‘ Véase Capítulo VIII, Sección 4: Instituciones económicas; y Sección 5: Tipos
de capitalismo.
Véase Capítulo VIII, Sección 6: El orden militar; y Sección 7: Característi cas de seis tipos de ejército.
6 Véase Capítulo IX: Órdenes institucionales y controles sociales, II, Sección 3:
El orden familiar.
reverencian también a los santos y a la virgen María. La magia aparece claramente en el catolicismo: se considera que el sacramento actúa por vir tud del ritual. El puritanismo ha atacado y eliminado toda magia, considerándola diabólica. El sacramento de la eucaristía, por ejemplo, se considera una festividad en memoria de la última cena de Cristo; los sacerdotes católicos son preparados profesionalmente: el resto de la educación católica es de nivel variado, según se trate de una situación competitiva o monopolista, y está determinado por los intereses de la conformidad religiosa. El puritanismo, como el judaísmo, otorga gran importancia y celosa aten ción a la educación de la masa de legos, y ha estimulado el pensamiento exploratorio en la ciencia y ia tecnología, y la educación de los hombres de empresa. En el catolicismo existe el celibato para los consagrados, ya que el matrimonio, aunque se lo considera un sacramento, es una concesión a la debilidad humana y pertenece al “orden natural”. En el puritanismo rigen las mismas exigencias éticas tanto para el clero corno para los legos; el matrimonio entraña amor a la sobriedad. El trabajo, sobre todo para los monjes benedictinos, representa la pesada herencia de la caída del hombre. El celo religioso del puritanismo, como lo hemos visto ya en detalle, se ca iializa en el trabajo de este mundo.

3. El orden familiar
Como hemos indicado anteriormente, el orden familiar se compone de instituciones que regulan y facilitan el comercio sexual legítimo, la procreación y el cuidado de los niños, así como la transmisión de la propiedad privada.
Todas las organizacións sociales institucionalizan las actividades sexual y, de esa forma, las regulan; pero a menudo dichas actividades están acompañadas de formas de relación ilegítimas, más o menos toleradas. Cuando el orden familiar está cargado más allá de su capacidad, la carga es desviada hacia los hombres, mujeres y niños que no peTtenecen a grupos do mésticos legítimos, pero que ofrecen servicios eróticos a sus miembros. Cortesanas, queridas, concubinas, prostitutas, todas ellas —ya sean varo nes o mujeres, sagrados o profanos— cumplen con dichas funciones comple nentarias. La idea de que sólo las mujeres tienen honor (y que. por lo tan to, sólo ellas pueden perderlo), refleja miles de años de dominio del hom hre. Si el gigoló se hubiese hecho público, a través de la historia mundial, como la mujer prostituta, los hombres también podrían perder el honor y, de esta forma, ser iguales a las mujeres. Es más probable que se den las relaciones eróticas ilícitas cuando las condiciones económicas impiden al hombre biológicamente adulto asumir el rol de sostén de la familia. Los gastos eróticos descentrados socialmente se transfieren, entonces. a especia listas en erotismo: a la prostituta o. en las clases altas. a la amante.

Cuando destacamos ci aspecto económico del orden familiar, habla rnos de la “casa”; cuando indicamos el aspecto de parentesco, nos referi mos a la “familia” 14• Los órdenes económico y familiar no estaban dife renciados en el pasado remoto, ni aun en muchas sociedades prealfabeta contemporáneas, En realidad, en una época toda la “economía” era “eco nomía doméstica”
Max Weber ha dicho que el orden familiar está generalmente com puesto por comunidades sexualmente estables de padre, madre e hijos. Las funciones económicas, aunque están históricamente vinculadas con las del parentesco, pueden, por supuesto, separarse analíticamente de éstas. La-. relaciones. conyugales y las de padres e hijos se basan en el orden familiar. pero las relaciones puramente sexuales son muy inestables y problemática Con el fin de ser perdurables, deben estar instituidas, y generalmente l han sido en relación a las condiciones económicas. De esta forma, el padre debe sostener a su esposa, y hasta que el niño pueda valerse por sí mismo. !a madre debe velar por él. Las relaciones entre hermanos no son necesa riamente importantes, a menos que estén vinculadas con una fuente común de provisiones. Pero aun en sociedades en las que los hombres viven juntos en barrios de solteros, con propósitos económicos o militares, es probable que la madre.y los hijos tengan una residencia común.
El matrimonio puede definirse sólo en referencia a organizaciones más amplias que la familia; en consecuencia,- la organización familiar es, general mente, un orden dependiente. El matrimonio, como relación sexual legítima. supone -grupos más amplios que sancionan la relación, si es necesario, aun contra uno o ambos miembros de la pareja. Los grupos que de esta forma sancionan el matrimonio —podemos llamarlos “grupos de referencia”— pueden ser del tipo de la hermandad o del clan, políticos o económicos, re ligiosos o de status. Sólo aquellos descendientes nacidos como niiembro plenos de tal asociación, pueden considerarse hijos de un matrimonio le gítimo. Este es el significado sociológico del nacimiento legítimo o ile gítimo. Debe haber acuerdo de los grupos de referencia y deben llenarse ciertas formalidades. De esta forma, el matrimonio no toma su contenido y funcionamiento de las meras relaciones sexuales del hombre y la mujer. o del cuidado de los niños, sino de dichas asociaciones.
Las relaciones sexuales son importantes económicamente porque llevan a los intereses comunes de una casa. Ésta requiere un grado de producción planeada; en realidad, no existe característicamente en las sociedades preagrarias. Pero la casa es de importancia central en las sociedades en las que hay agricultores sedentarios con un desarrollo relativamente bajo de la técnica. Cuando la agricultura está más avanzada, un liderazgo doméstica
14 Sobre la relación de las funciones económicas con los tipos de familia, véase Max Weber: The Theory of Social and $conomic Organization (Nueva York, Oxford 1948), págs. 341.57, tomo 1. Véanse también los excelentes artículos de Alfred Meusel: “National Socialisni and ihe Family”, The Sociological Review (británica). volumen 28, 1936, pág. 166 y sigts. y 389 y sigts. “Desde el punto de vista eco nómico, la familia es 1) una institución que transmite la propiedad privada, 2) un sistema de relaciones de producción dirigido por un liderazgo patriarcal” (página 167
CARÁCTER Y ESTRUCTCRA SOCIAL
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se pone bajo la jurisdicción de grupos de referencia más amplios. En tanto son miembros de estos grupos, los individuos obtienen más derechos como miembros de la familia, aun contra un liderazgo doméstica. Por ejemplo, el poder patriarca declina cuando las asociaciones más amplias dan derechos a la madre de la casa para que separe su propiedad de la de su esposo.
La casa es la comunidad económica más difundida, y al mismo tiempo es el fundamento de un liderazgo y la piedad que, a su vez, constituyen las bases de muchos sentimientos implícitos en otros órdenes institucionales, ya que el sentimiento principal del grupo doméstico, bajo la auto ridad patriarca!, es un fuerte sentido de la piedad, que lo mantiene unido. Un liderazgo del patriarca, sostenida por la tradición, que otorga libremen te sus favores y castigos sobre sus “dependientes”, se complementa con los deberes patrimoniales hacia la mujer y la piedad filial hacia los hijos y sirvientes. En algunos casos extremos —el mejor ejemplo lo constituye la China de la antigüedad— la piedad filial está elaborada en la creencia en los espíritus ancestrales, y el templo familiar lleva a cabo el culto de los antepasados. En casi todas las partes, la unidad de la casa representa la solidaridad del grupo, ya que la residencia común es esencial para el grupo doméstico en su tipo puro, y su local es objetivo de sentimientos con comitantes, así como de actitudes nostálgicas y xenófobas.
- Sobre la base de la piedad y de la residencia común, existe en la casa un comunismo en el consumo de los bienes cotidianos. En la economía italiana de la Baja Edad Media y del Renacimiento, varias casas empren dieron aventuras de negocios, que constituyen prototipos de asociaciones y de responsabilidad común.
Con toda su importancia, no consideramos las instituciones familiares como más “naturales” que cualquier otra. El vínculo entre la madre y el hi jo puede ser “natural”, aunque, como hemos visto, puede corresponder al padre la determinación de cuál de sus vástagos será adscrito a su esposa, sea de ella o de su sierva —y sirva de ejemplo la historia de Lía y Raquel. Durante la antigüedad, el infanticidio de los nulos indeseados era considerado “natural”. Las reglas y los agentes del orden familiar definen al “hijo legítimo”, y de esta forma hay un abismo entre “la biología y la naturaleza humana”, que institucionaliza los roles de padre madre.
En las sociedades industriales urbanas del siglo pasado, el orden familiar ha tendido a la familia pequeña, de dos generaciones, que consiste de padres e hijos. En esta institución, los nulos no tienen mucho contacto con los ancianos y pierde valor el respeto a los viejos; aun la imagen patriarcal de Santa Claus puede tomar el carácter de un cómico más.

Un escritor reciente dice: “Existen relaciones extramatrimoniales e ilegales que son, en realidad, más decentes y morales que las que encontrarnos a menudo en el matrimonio. En su esencia, el amor sin matrimonio está mucho más cerca de la moral que el matrimonio sin amor”
En algunas ocasiones, las diferencias de status pueden prohibir el matrimonio, pero no el amor; ocacionalmente las barreras legales’ pueden “nnpedir” que los amantes se casen, por ejemplo, barreras contra el empleo del marido y la mujer en una oficina pública, o en la misma escuela.
De esta forma, encontramos tipos de relaciones sexuales, que consisten en: 1) el matrimonio unido al amor. 2) amor sin matrimonio, 3) matrimo nio sin amor, y 4) relaciones extramatrimoniales y exentas de amor, la rela ción transitoria “puramente sexual” que encontramos en los prostíbulos, que cuentan en todo el mundo con chentes asiduos, como soldados y mari neros, viajantes de comercio trabajadores ambulantes.
El más alto ideal del matrimonio moderno parece comprender los si guientes elementos: A) la adhesión permanente y exclusiva de los esposos entre sí, “ya sea para bien o para mal, en salud o enfermedad”, la adhe sión llevada a cabo mediante un sentido de la responsabilidad moral de uno frente a otro; 8) elementos eróticos, presentes en el grado que los esposos “gustan” uno del otro; y C) gratificación sexual. Donde permanecen fuer tes los ideales puritanos de “sobriedad” y la fase asc lo elementos eróticos son suprimidos como “idolatría” o como culto anima], La mujer no debe “engalanarse”, ni debe estar orgullosa de su belleza. sea en su apa riencia o en sus gestos: el baile, por ejemplo, está prohibido. Emi las 7nnaS rurales de Estados Unidos sobreviven vestigios de la sociedad puritana, so bre todo en las pequeáas comunidades sectarias de los grupos mnenonitas o de la Oid Order Amish 17
Las diferencias de roles y sus rasgos correspondientes entre el hombre
la mujer, pueden con como debidas a presumibles diferencias “naturales” de sexo: “Las mujeres son, por naturaleza, de esta u otra for ma”. “Así son los hombres. - .“, Desde la m de Aristóteles, ios filósofos han especulado acerca de la “masculinidad” y la “femineidad”, consideran do que el hombre es racional y discreto, y la mujer “emocional” y “char latana”. El legado ideológico del patriarcalismo y del dominio (le] varón ha influido claramente en la psicología de Sigmund Freud, que considera que la “en del pene” es el eje del “carácter femenino” ‘.

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